La historia de amor entre Lynn Everett, de 58 años, y su esposo Tony, de 67, no solo se limita a ellos dos, sino que incluye a 41 peludos miembros más que han transformado su hogar británico en un verdadero santuario canino. Esta pareja de jubilados ha llevado su pasión por los canes a un nivel que pocos podrían imaginar, dedicando prácticamente todo su tiempo y recursos al cuidado de una extraordinaria manada compuesta por 24 Bulldogs franceses, 10 Bull terriers miniatura, 4 Chihuahuas y 3 Cresteds chinos.
La rutina diaria de esta peculiar familia representa casi una operación logística militar. Cada paseo requiere una planificación meticulosa, mientras que la hora de la comida se convierte en un ritual de dos horas durante el cual Lynn prepara minuciosamente 41 platos diferentes. «Tengo que acordarme quién come cada cosa, ya que algunos comen pollo y otros carne. Y tenemos que estar presentes mientras comen, para que no se peleen», explica Lynn, revelando la complejidad detrás de esta labor de amor.

La pareja enfrenta desafíos financieros y emocionales
El compromiso con sus mascotas representa para la pareja un desembolso anual de aproximadamente 46.000 libras en alimentos, accesorios y atención veterinaria. A pesar del significativo impacto económico, Lynn y Tony aseguran que «aman cada segundo que pasan con sus mascotas, y no lo cambiarían por nada del mundo», demostrando un nivel de dedicación que desafía las convenciones.
La pasión de Lynn por los perros tiene profundas raíces en su infancia y se ha intensificado con el paso de los años. Lo que comenzó con un solo perro tras su matrimonio con Tony, se transformó gradualmente en una familia multiespecie que ahora cuenta con 41 integrantes caninos. Sin embargo, esta situación no está exenta de tensiones matrimoniales.
Tony, quien también ama a los perros aunque no con la misma intensidad que su esposa, reconoce que la situación ha generado conflictos en su relación. «Lynn y yo tenemos tantas peleas sobre los cachorros, que a veces se hace imposible la convivencia», confiesa el hombre de 67 años, revelando la compleja dinámica que se desarrolla en este extraordinario hogar donde el amor por los animales y el compromiso matrimonial coexisten en un delicado equilibrio.
Más allá de las dificultades, esta historia refleja una forma única de vida compartida, donde una pareja ha construido su propio paraíso canino a pesar de los obstáculos económicos y emocionales. Lynn y Tony representan un testimonio extremo pero genuino del vínculo humano-animal y los sacrificios que algunos están dispuestos a hacer por amor a sus mascotas.