En una historia digna de una película romántica (o de corazones rotos), Ah Ji, un hombre de 47 años originario de Taiwán, se ha convertido en símbolo de la perseverancia extrema. Desde hace dos décadas, ha estado esperando por una cita en la estación de tren de Tainan, convencido de que su gran amor regresará. Su historia ha dado la vuelta al mundo, generando tanto admiración como tristeza.

La cita que nunca llegó

No está claro si la mujer que espera era su novia o si se trataba de un primer encuentro prometedor. Lo cierto es que, hace 20 años, Ah Ji llegó a la estación con la ilusión de ver a su amada, y desde entonces, nunca se ha marchado. En los primeros años, se le podía ver subido a una escalera, como si estuviera listo para recibirla con un abrazo. Con el tiempo, se mudó al lado de la puerta de salida, donde observa atentamente los rostros de los viajeros que llegan y se van.

La cita imposible: El hombre que lleva 20 Años esperando a su amor en una estación de tren

Los comerciantes y transeúntes de la estación han sido testigos de su historia y, conmovidos por su situación, le brindan apoyo. Aunque vive en condiciones precarias, recibe ayuda de trabajadoras sociales y vendedores ambulantes que le ofrecen alimentos. Su familia ha intentado llevarlo de vuelta a casa, pero Ah Ji se niega a dejar su lugar de espera.

En diversas ocasiones, organismos sociales han intentado mejorar sus condiciones de vida. Hace tres años le ofrecieron una vivienda digna, pero la rechazó, afirmando que su corazón pertenece a la estación. Incluso fue ingresado en un hospital, de donde escapó para regresar a su lugar habitual. Su determinación es inquebrantable, al punto de ser considerado una «institución» en la estación.

Recientemente, la Oficina de Asuntos Sociales organizó una cena en una iglesia en su honor. Durante el evento, Ah Ji recibió ropa limpia, un corte de cabello y atención médica. Aunque se mostró contento y hasta brindó con los asistentes, cuando intentaron persuadirlo para abandonar la estación, una vez más, se negó rotundamente.

La historia de Ah Ji se ha viralizado en Asia, donde muchos lo han apodado el «Hachiko humano», en referencia al legendario perro japonés que esperó a su dueño en una estación de tren incluso después de su fallecimiento. Mientras el mundo debate si su historia es un ejemplo de amor eterno o una trágica obsesión, Ah Ji sigue firme en su cita, convencido de que, algún día, ella regresará.

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