Un boxeador de Texas, de nombre Ramón Sosa, fingió su propia muerte para demostrar que su esposa, María Sosa, lo mandó asesinar y pagó 2 mil dólares (38 mil pesos) a los verdugos. La pareja se casó en 2010, juntos abrieron un gimnasio, pero cuando el negocio comenzó a caer, María solicitó el divorcio. Adicional, contrató a un hombre para matar a su marido, pero lo que ella no sabía era que se trataba de un viajo amigo de Ramón, quien inmediatamente le avisó que alguien quería matarlo. En un inicio pensó que era broma, después acordó con el supuesto asesino que durante las negociaciones llevaría un micrófono para grabar los planes del responsable. Así fue como descubrió que era su esposa la que lo quería muerto. Al escuchar el audio la Policía y el FBI idearon el plan de maquillar a Ramón para que pareciera muerto por un disparo en la cabeza. Además, le pidieron que se metiera en una fosa falsa para tomarle un par de fotografías que después mostraron a María. La mujer ahora está presa y enfrenta 20 años de prisión por intento de homicidio. ¿Puedes creerlo?  

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