Trevor McKendrick, un joven que se define como ateo, ha dejado a todos boquiabiertos al revelar que gana la asombrosa suma de $100,000 dólares al año vendiendo Biblias. Sí, leíste bien. La ironía de la situación no pasa desapercibida, ni siquiera para él. «No creo en la Biblia, me describo como un ateo», confiesa Trevor, quien a pesar de sus convicciones personales, ha encontrado un lucrativo negocio en la venta de textos sagrados.

De vendedor de aplicaciones religiosas a emprendedor multimillonario: la historia de un ateo que reniega de su propio éxito.

La historia de Trevor es digna de una novela. Todo comenzó en febrero de 2023, durante una cena familiar, cuando descubrió que un pariente ganaba miles de dólares vendiendo aplicaciones para iPhone. Inspirado por esta revelación, Trevor decidió incursionar en el mismo mundo. Su objetivo inicial era ganar unos modestos $600 al mes para cubrir sus gastos. Sin embargo, el destino tenía otros planes para él.

¡Ateo gana $100,000 dólares al año vendiendo Biblias!

En su búsqueda de aplicaciones rentables, Trevor se topó con aplicaciones de la Biblia en español. Intrigado, contrató a un programador para crear una versión mejorada, y las ventas se dispararon. La introducción de una versión en audio fue el golpe maestro, catapultando sus ingresos a $5,000-$6,000 dólares mensuales. «Fue entonces cuando me di cuenta de que esto no era solo un proyecto, sino un medio de vida», recuerda Trevor. En su primer año, su negocio generó $73,034 dólares, cifra que aumentó a $100,134 al año siguiente.

A pesar de su éxito financiero, Trevor admite que su conciencia lo atormenta. «Me siento en falta cada día», confiesa. La contradicción entre su negocio y sus creencias personales es evidente. Aunque fue criado como mormón, abandonó la iglesia al darse cuenta de que sus dudas sobre la fe eran insuperables. Sin embargo, la necesidad de dinero lo mantiene en el negocio.

Trevor está ahorrando diligentemente para lanzar su propia compañía, BackOffice, con un producto en el que realmente cree. Mientras tanto, sigue lidiando con las confusiones de quienes lo toman por pastor y le piden oraciones o interpretaciones bíblicas. «Necesito el dinero», admite con franqueza.

La historia de Trevor McKendrick plantea una pregunta intrigante: ¿es su éxito una ironía divina o simplemente el resultado de un genio empresarial? Sea cual sea la respuesta, su historia es un recordatorio de que la vida está llena de sorpresas y contradicciones.

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