La antropóloga social Kate Fox de Issues Research Centre de Oxford afirma que es una necesidad primitiva básica para nuestro bienestar mental, social y físico. Nuestra naturaleza es chismosa. Además, el, psicólogo Andrew Monk de la U. de York en Inglaterra, afirma que nuestro cerebro es curioso y está preparado para descifrar los secretos que pueden ayudarnos a sobrevivir. Ya que si oímos cosas negativas de alguien inconscientemente prestamos más atención a su cara y esto nos permitirá mantenernos a distancia de esa persona o evitar sus malos actos. Además, la risa colectiva, une al grupo. Mantener y construir las relaciones sociales es otra de sus funciones. Chismorrear estimula la secreción de endorfinas, hormonas relacionadas con el bienestar y el alivio del dolor. Esta sensación es tan placentera que nos puede hacer volver a por más. Un estudio de la U. Berkeley en California afirma que el palique sobre lo ajeno relaja la tensión nerviosa y nos hace ver de manera positiva nuestra propia vida, si la de los demás no va muy bien. Otras conclusiones afirman que quien lo practica sin medida, por hacer daño como es levantar o propagar falsos rumores o por dinero pierde los beneficios antes mencionados. Además, pasar al lado oscuro de la crítica a los demás puede hacerse para tapar las propias carencias:
  •        Baja Autoestima
  •        Evitar pensar en uno mismo
¿Y tú, eres chismoso?

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