Puskar Nepal ha establecido un nuevo récord mundial Guinness tras lograr patearse su propia cabeza 134 veces en tan solo 60 segundos, superando la marca anterior de 127 patadas establecida en 2013. Esta hazaña, que requiere una extraordinaria flexibilidad y equilibrio, se llevó a cabo en el colegio Kantipur City de Katmandú, donde espectadores quedaron asombrados por la velocidad y precisión del joven nepalí.
Para conseguir este logro, Puskar desarrolló durante ocho meses una técnica única que implica doblar la parte superior de su cuerpo en un ángulo de casi 90 grados mientras utiliza ambos pies para golpear su cabeza sin perder el equilibrio. Uno de los testigos confesó haber tenido que revisar la grabación en cámara lenta para poder contabilizar con exactitud el número de impactos debido a la impresionante velocidad con que fueron ejecutados.

La disciplina de «auto-patadas a la cabeza» puede parecer inusual para muchos, pero representa un desafío físico considerable que pone a prueba los límites del cuerpo humano. Este peculiar récord tiene su origen en 2003, cuando Michael Lloyd logró 42 patadas en un minuto, y desde entonces ha sido superado en ocho ocasiones, evidenciando el creciente interés en esta exigente prueba.
Un récord con propósito y ambición
Lejos de conformarse con este logro, el joven nepalí ha declarado que este récord es solo el comienzo de sus ambiciones. «Estoy tan motivado por el Récord Mundial Guinness que ahora quiero batir otros 100 récords», afirmó Puskar con determinación, mostrando una ambición que trasciende esta peculiar hazaña.
Para el protagonista, estos logros tienen un significado que va más allá de la fama personal. «Creo que mis récords ayudarán a promocionar mi país, cuna de Buda Gautama, a lo largo de todo el mundo», explicó con orgullo patriótico. Su motivación refleja un deseo de transformar su éxito individual en una fuente de inspiración colectiva para sus compatriotas.
En un conmovedor testimonio, Puskar expresó su deseo de demostrar que «la gente que proviene de un país tan pequeño y pobre como Nepal puede lograr cualquier cosa si se lo propone». Este mensaje resuena con fuerza en un mundo donde las oportunidades no siempre están distribuidas equitativamente, convirtiendo su peculiar récord en un símbolo de superación y determinación que trasciende fronteras y disciplinas.
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